miércoles

- In a Five and Ten Cents Store



  Quizá aquella mancha oscura de humedad en la pared y los techos descascarillados ayuden a olvidar el sexo ácido en la lengua amarga. Quizá el salitre de los pliegues se vaya zambullendo en los colchones. Puede que transformen el sabor los cigarrillos y la cerveza y que, ni siquiera, los marcos de  las ventanas vuelvan a ser los mismos. Puede que no queden pellejo ni huesos y la ropa se ensucie mil veces en otro barro. Puede que nos corten las orejas y las manos, puede que nos corten la conexión a internet. Que no vuelva a crecer la barba, que las venas y los ojos se sequen, que los cuervos se llenen los picos de vísceras nuestras. Puede que muera el rey. Que olvidemos en el café los guantes. Que se vacíen los bolsillos. Que se vuelvan a llenar. Que nunca se sepa qué carajo había en Greenock ni en el fondo del vaso de ginebra. Puede que se lleven los veranos la noche helada en la colina y los dedos tocando los dedos. Puede que no quede un gramo de las prisas, las pausas o la cama. A lo peor se borra, pero, puede que haya merecido la pena.

- los grillos II

shigurete 
sono ji ga yani no nai
michi shirube
(taneda santoka)


no sé bien
si los resignados
a esta madrugada áspera
son ellos o yo

Lo cierto es que los grillos
en un crepitar frío
suenan huestes aguerridas
huelen a cuchillos

no sé bien
si los tiranos
de esta colina parda
son ellos o yo

Lo cierto es que los grillos
conspiran desde agujeros
amenazan con suicidios
apestan a sicario

aunque también
es cierto que
aún no sé bien
si estos que yo digo
son o no los grillos

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domingo

- y si



y si cada vez que vuelves
fuera como la primera
si en cada retorno
se borraran una calle
una plaza o una cara
y aparecieran en otro
lugar lejano de la memoria
y si en cada vuelta una muerte
una huída una ausencia
se instalara en el olvido
y todo fuera nuevo
sin rencores
sin amores ni nostalgias
sin recuerdos

si cada puesta de sol fuera la primera
o la última de este regreso
si cada bocanada de aire
fuera un estreno
y el desarraigo una mentira

viernes

- los grillos

Instant Light (Andrei Tarkovsky)



No sé
si estos grillos
camarada
llegan claros y rotundos
hasta su ventana de allá

Me ha costado
convocarlos juntos, camarada
y sería una lástima
que no pudiera
oir los conjuros
que traen para usted esta noche

Cantan que no se apure
que ya no hay
que desde ayer mismo
no queda sino oírlos
que han huído
a un tiempo promesas
gemidos y su aliento
de nuestras almohadas

Y no tenga duda
otra vez toca oir los grillos
otra vez mascar tabaco



miércoles

- Bad day to wear your hat, Larsen



’Cello Song by Nick Drake on Grooveshark
  Bueno, parece que la marquesina resiste el aguacero. Aunque... quizá sea uno quien termine por desesperarse ante el prometido retraso. Y se aventura bajando; la figura exacta, cojera incluida; por el margen del río, aún esperando la última lancha de la tarde (y quién sabe si del lustro) hacia el sur, casi tan lenta como la primera de la mañana.
  Pero en realidad sólo es uno garantizando no volver a encontrárselo si devuelve la mirada en el espejo, usurpando el bulto bajo la manta.
  Se empecinan la mampara y el cigarrillo frente al viento, el sombrero pelea por empatar y las lanchas siguen desaparecidas.
  Un desastre para cualquiera. Un acicate para quien se sienta aguerrido. Aún oliendo el astillero oxidado en  la marea.
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viernes

- cuatro hojas II


Truck Holler (No.1) by Watermelon Slim on Grooveshark
  Cuatro silbidos volaron, por encima de la mesa. El brazo pintado descubría naipes y el otro en la botella, apretando los dientes. El pianista desde el espejo furtivo, desde el último acorde, acompañó a los cuatro mientras las tablas mansas arroparon los vasos rotos. Se empaparon viscosas las tablas sobre el río negro en el eco de los pies colgando...

martes

- cuatro hojas


Los libros de la buena memoria by Guillermo Di Pietro on Grooveshark
  Donde las tablas mansas acaparan la atención bamboleante de los faroles. Transcurre espeso el río. Hay noche larga de aullidos en el burdel, de forasteros con barbas y sed. Hay noche de cuchillos.

  Se rasca los pies antes de salpicarlos de río negro, mirando, desde las mansas tablas. El viejo y su promesa acercándose mientras cuelgan las piernas, distraídas con candil y voces saliendo de los callejones.

  Y fue noche afilada, aunque aún no sabía. Fue noche crucial en el puerto, noche larga en el burdel. El río sin avisar, mojando negro los pies.