miércoles

- In a Five and Ten Cents Store



  Quizá aquella mancha oscura de humedad en la pared y los techos descascarillados ayuden a olvidar el sexo ácido en la lengua amarga. Quizá el salitre de los pliegues se vaya zambullendo en los colchones. Puede que transformen el sabor los cigarrillos y la cerveza y que, ni siquiera, los marcos de  las ventanas vuelvan a ser los mismos. Puede que no queden pellejo ni huesos y la ropa se ensucie mil veces en otro barro. Puede que nos corten las orejas y las manos, puede que nos corten la conexión a internet. Que no vuelva a crecer la barba, que las venas y los ojos se sequen, que los cuervos se llenen los picos de vísceras nuestras. Puede que muera el rey. Que olvidemos en el café los guantes. Que se vacíen los bolsillos. Que se vuelvan a llenar. Que nunca se sepa qué carajo había en Greenock ni en el fondo del vaso de ginebra. Puede que se lleven los veranos la noche helada en la colina y los dedos tocando los dedos. Puede que no quede un gramo de las prisas, las pausas o la cama. A lo peor se borra, pero, puede que haya merecido la pena.

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