Donde las tablas mansas acaparan la atención bamboleante de los faroles. Transcurre espeso el río. Hay noche larga de aullidos en el burdel, de forasteros con barbas y sed. Hay noche de cuchillos.
Se rasca los pies antes de salpicarlos de río negro, mirando, desde las mansas tablas. El viejo y su promesa acercándose mientras cuelgan las piernas, distraídas con candil y voces saliendo de los callejones.
Y fue noche afilada, aunque aún no sabía. Fue noche crucial en el puerto, noche larga en el burdel. El río sin avisar, mojando negro los pies.
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