miércoles

- frío provisional



   Parece que no es Tokyo, ni siquiera son Madrid o París. No, ninguno de esos trae el frío en estas fechas. El frío que se instala en nuestras alcobas y nuestras sábanas, el mismo frío que paraliza los despertares y mantiene en letargo los dedos, no viene de afuera. Surge desde el propio invierno, desde las mismísimas calles húmedas y las cafeterías vacías. Sale desde las mismas luces de navidad en el mismo momento en que se apagan hasta el año próximo.
  Pero su origen es lo de menos. Lo cierto es que, ya venga desde el cielo impenetrable o emane de las bufandas y los guantes, el frío que nos adormece en este paréntesis no soltará nuestros pescuezos hasta bien entrada la primavera. Lo cierto es que se acomodará junto a nosotros en la misma estufa, leyendo nuestros libros, oyendo nuestras canciones, devorando nuestras cenas…
  Eso es lo cierto.
  Pero lo sorprendente es que ni un solo milímetro de nuestras pieles se erizará cuando arropemos juntos frío y sueño cada medianoche. Lo increíble es que conviviremos con él. Aún cuando ahogue y arañe la voz, seguiremos solapados a él. Sin poder si quiera pensar que nuestra existencia no está ligada a la suya. Y no nos parecerá tan triste cuando la primavera, o cualquier otra estación, nos sorprenda en una plaza o una ventana, porque entonces, el frío, será tan nuestro como los ojos o el aliento, casi tan nuestro como la ropa interior….


2 comentarios:

  1. Ni el invierno más frío puede dejar de sentirse, sino hasta que deja de faltarte un por qué para la vida.
    ¡Buena entrada!

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  2. @ Saira Arias, me alegro de que te haya gustado. Gracias por tu comentario. Saludos!

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