jueves

gansos salvajes


tiene gusto a barro en lugar de cartón, y algunos se han bajado.
Ahora salen en los telediarios exentos de cabellera.
Ha sido una pena sin duelo porque aún aguantan
un puñado de monturas silbando sobre el polvo,
con los dientes apretados y los ojos
fuera de las calaveras.

No queda saldo en los celulares.
No cabe más arena
en la boca asomando
plomo por los ojos.
Si se llega, será tarde.
Si no, serán azufre
el pueblo y el comedor social